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Huracán; de prisión al UFC

Esta historia podría ser digna de una película, inclusive tal vez la gente la criticaría por no ser real; pero lo que a continuación van a leer, es la vida de Ian Heinisch, el Huracán de Denver.


Ian, quien en su adolescencia practico lucha en la secundaria; no pudo conseguir una beca en la universidad ya que fue expulsado de la escuela por meterse constantemente en problemas gracias a su trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Inició su vida delictiva a los 19 años, cuando después de regresar de Vancouver y conocer a un Guatemalteco, empezó a vender éxtasis en su ciudad natal. No pasaría mucho tiempo para que las consecuencias de sus actos comenzaran a seguirlo y un día fue atrapado junto con su mercancía, él sabía que estaba en problemas y que eso lo llevaría a prisión por algunos años, así que después de que su madre pagara su fianza decidió tomar sus cosas y huir del país.


Su primera parada fue Ámsterdam, donde iniciaría su viaje de mochilero por Europa, lugar en el que nunca se sentiría tranquilo, siempre sintiendo esa constante persecución que su propia mente le recordaba; él sabía que su pasado no sería fácil de dejar atrás, y la intranquilidad lo llevaría a meterse en más problemas.


“Tuve el mismo sueño una y otra vez. Comenzaría conmigo corriendo. El escenario siempre sería diferente. A veces era un campo abierto, a veces era el gimnasio de mi escuela secundaria. Pero yo estaría corriendo. Y luego las sirenas... cada vez más fuerte... persiguiéndome. Yo correría y correría y correría. Pero era como si mis piernas estuvieran atrapadas en la melaza. Y luego, en cada variación del sueño, alcanzaría un acantilado. Miraba a la policía, veía las armas, las luces rojas y azules y luego saltaba. Me despertaba antes de golpear el suelo, cada vez. Mi corazón estaría acelerado, las sábanas empapadas en sudor”



Un año después de estar vagando por el viejo continente decidió ir a Tenerife, ahí trabajaría en centros nocturnos, donde le pagarían con alcohol, usando propinas para comprar tragos y pastillas, se había convertido en un alcohólico, teniendo que dormir en la playa, incluso llego a enterrarse en la arena para evitar el frío. Fue en ese lugar donde conoció a un compatriota, un “Gringo” que lo invitaría a vivir a su casa y le ofrecería alimento.



La vida comenzaba a cambiarle, ya tenía un lugar donde dormir y comer, volvía a ejercitarse y se sentía tranquilo por primera vez en su viaje. Sin embargo, no sabía que la vida estaba a punto de cambiarle nuevamente. Fue precisamente el padre del joven que lo había sacado de las playas, quien le ofrecería “ganar dinero de verdad” transportando droga en su estómago, oportunidad que Heinisch no dejaría pasar.



Tuvieron que pasar 2 años y 12 viajes a Colombia para que un día lo detuvieran en un aeropuerto de España, donde fue sentenciado a 3 años y 6 meses de prisión, la vida le cambiaba de nuevo. Para su sorpresa, en la cárcel encontraría esa tranquilidad que durante sus años en Europa no había podido alcanzar, comenzó a practicar Lucha Canaria y a crecer como persona, conoció la religión y empezó a estudiar español.



Después de convertirse en el rival a vencer en la prisión que se encontraba, fue cambiado a otra ya que no era muy bien visto que un extranjero dominara el deporte local. Fue en este nuevo lugar, donde empezaría con el mma y ahí mismo seria bautizado como “Huracán”.



Por fin cumplió su condena en España y tenía una cita con su pasado, debía regresar a Estados Unidos y afrontar eso que tanto le asusto durante un largo tiempo, sin embargo, el ya no sentía el mismo miedo que años antes, estaba preparado para lo que viniera.



Regresó a su país y fue encarcelado en una prisión de Nueva York, en un bloque de máxima seguridad, donde tendría que vivir muchos problemas y ser fuerte, quebrarse no estaba permitido, de hacerlo no saldría vivo. Al poco tiempo de llegar a “Rikers” se vio envuelto en una riña, donde golpeo a un tipo y antes de ser linchado sus amigos puertorriqueños lo salvaron, pero le advirtieron que al día siguiente sería apuñalado y no podría hacer nada contra eso. Justo antes de amanecer y tener su cita con la muerte, 2 agentes llegaron por él, su madre había pedido se le transfiriera a una cárcel en Colorado; sin saberlo le acababa de salvar la vida a su hijo.



Cumplió su condena, 2 años y 7 meses, por fin, después de tantos años podía experimentar esa sensación de libertad; había pagado su deuda con la sociedad. Trabajó en gimnasios, consiguió cartas de recomendación y llego su cita con el juez, “-"Señor. Heinisch, no vamos a darte más tiempo en la cárcel. Recibirás dos años de libertad condicional y sin multas adicionales".



A partir de ese momento Ian se ha mantenido como un hombre libre, inició su carrera como peleador de mma y sin saberlo, todo ese camino que vivió le forjo su mejor arma, una actitud y una mentalidad inquebrantable; fuerza interior y paz espiritual. Con un record 12-1-0, y tras haber conseguido su primera victoria en UFC el pasado sábado en Argentina vía decisión unánime.



Esta es la historia de Ian “Huracán” Heinisch, digna de ser vista en una película.





Con información de “The Players' Tribune” y fotografía de UFC oficial.


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